Print

En mi casa nadie es evangélico, pero yo he ido varias veces a una iglesia cercana, y me gusta. Mi problema es serio y penoso. Mis padres son casados y somos tres hijos, pero yo me he enterado por otras personas de que mi padre es infiel a mi madre. Ella no lo sabe, ni mis hermanos; pero, como usted comprenderá, una situacion así no debe continuar y alguien debe hacer algo. Yo le pregunto a usted, ¿qué debo hacer? ¿Hablo con mi padre? ¿Le cuento a mis hermanos y a mi madre? ¿Me guardo el secreto esperando que mi padre se arrepienta?

Casos como el suyo se ven muy a menudo en nuestra pobre sociedad, a la que le falta una buena dosis de temor de Dios. Para un hijo es no sólo vergonzoso, sino doloroso, sentirse defraudado por su propio padre. Sin embargo, es un alivio saber que sus hermanos y su madre aún no se han enterado. Y digo que es un alivio porque en esa situación hay esperanza para la solución inmediata del problema.

Mi recomendación personal es que usted no le demuestre su resentimiento a su papá. Más bien trate de comprenderlo. Todo hombre en cuya vida no ha habido una relación formal con Dios se ve a menudo envuelto en circunstancias difíciles. Usted puede ayudar a su papá a escapar de este problema, pero tiene que poner mucho amor y mucha comprensión de su parte.

Invite a su papá, pero a él solo, para hablar en algún sitio discreto en el que puedan conversar sin testigos. Dígale que la noticia a usted lo ha sorprendido porque ustedes como hijos siempre han tenido un elevado concepto de su conducta como padre.

Dígale usted que nadie más sabe, para que él sienta mayor confianza. No pretenda aconsejar a su papá. Más bien dígale que usted habla porque no quisiera callar como cómplice en un dolor que a quien afectaría más tremendamente sería a su mamá.

Dígale usted a su papá cuánto lo quieren ustedes. Y prométale también que nadie más sabrá lo que ahora han tratado.

Busque a Dios en oración, antes de hablar con su padre.